Bailar pegados no es bailar

Por fin de vuelta al ranchito-al que descuidé juro que sin querer queriendo- tras apoteósicamente recibir bebiendo y bailando- mucho más lo segundo así cueste creerlo- al prometedor dos mil ocho.
Y, claro, tal como en las lides amatorias -dicho mejor en las sesiones- también en la pista de baile uno se mueve como quiere y, entonces, poco importan las habilidades dancísticas si total: “el ritmo es lo de menos si sos un gordo bueno”, como parafraseando dije a mi favor en alguna otra fiesta en la que forzosamente tuve que bailar esas canciones que uno no escucharía, ni menos recopilaría para ocasión alguna.
Entiéndase, pues, que los usuales temas “rompe pistas” de: Soup Dragons, The Killers, O.M.D, New Order, Depeche Mode o ¡ya que importa! Juan Luís Guerra no figuraron, ni por asomo, en el soundtrack fiestero de la feliz pasada noche.
Diré que la citada noche-madrugada incluida- se vio cubierta por una ingente y pegajosa dosis de cumbia peruana-si acaso existiese el gènero-que disparada por una pequeña,pero cumplidora, orquestilla baile afanosamente como no creí poder bailarla nunca.

Por todo eso,gracias a los culpables de esa memorable noche de embrujo literal.

Pd.-A ti: como no hay fiesta sin música,yo no tengo vida sin ti y menos fiesta.


[Los culpables del embrujo literal al que me referí lineas arriba]