Dias de Abril [ 1 ]


Es junio, pero sigo en Abril.

Abril es una desconocida que conozco. Tal cual. Al respecto, he de decir que la mujer que genera esta contradicción es una de esas a la que se les suele denominar modernas. Otros dirían, que es una chica de hoy. Falso. Es una chica de siempre.

A ella no le preocupa que los que la rodean entiendan cuando acepta orgullosa que no espera enamorarse y solo busca pasarla bien. Nunca se complica y, por el contrario, le saca provecho a su hermoso rostro y formas perfectas para lograr todo lo bueno, o malo, que se le ocurra en todos sus momentos.

En silencio, la estoy mirando y ella parece no entender que sucede. No sabe que estoy escribiendo acerca de mis días con ella y sobre lo lindo que es que haya aparecido como el antídoto perfecto a mi soledad.

Lunes 7:00 p.m.

Estoy sentado en la parte trasera del aula tratando que no se note que la estoy esperando. Mientras, me doy ánimo pensando que tenemos muchas cosas en común: estudiamos narrativa avanzada, soñamos con publicar y nos encantan las mismas canciones.

—No son muchas, que cagada—acabo de pensar.

No necesito voltear, es ella. Ha llegado y es ahora cuando me hago al desentendido, mientras la estoy sintiendo en el aire desde el exquisito olor que despide ese perfume que generosamente estoy seguro solo aplica en su cuello.

Pasaron algunos minutos y ahora estamos en medio del tiempo de descanso de la clase. He traído un disco que he buscado por muchos días hasta que por fin lo llegué a encontrar y sé que le encantaría tenerlo. He decidido prestárselo porque si como quisiera se lo regalara esto delataría, como es verdad, que estoy absolutamente enamorado de ella y que el mundo importa dos carajos desde su fulgurante aparición en mi vida.

Me noté exagerado en eso ultimo, lo sé.

Como sigo sin voltear, y solo la escucho hablar con una que tiene al lado pero que no sé (ni quiero saber) cómo se llama, me acaba de timbrar al celular. Ahí es que riéndome giro la cabeza mirándola con esa seguridad que ellay solo ella— en segundos logrará desmoronar.

—Ayer me acordé de ti—me dijo sin saludarme.
— ¿Como así? —pregunté.
—Es que vi otra vez Days of Summer, vamos afuera a fumar que ahí te cuento.

Me acabo de parar, limpio las lunas de mis gafas y luego me apresuro en sacar el disco que le voy a prestar. En este instante me estoy acordando cuando me dijo lo mucho que deseaba tenerlo, pero que sabía que aquí ( es decir, en esta ciudad) no lo encontraría jamás.

— ¿Qué tal tu fin de semana? —me acaba de preguntar con la clara intención de contarme el suyo.

Atento la escucho contándome sobre sus siempre agitados fines de semana, mientras tomando su celular se encarga de desviar las llamadas de algunos avispados chicos que desde hoy (lunes) esperan que les haga un espacio entre alguno de sus frenéticos viernes o sábados.

La molesto diciéndole que hay mucho distraído por ahí y que a eso se debe que tenga tantos varones pendientes de ella. Nos hemos reído de lo que dije, pero sé que mentí. Porque en silencio, y guardando cierta estratégica distancia, confieso que también me encantaría que me haga un sitio entre alguna hora de la madrugada de cualquier día de su vida.

De pronto, me interrumpe preguntándome que haré los días feriados que están por venir. Le digo que ni idea tengo, pero que la chica con la que salgo me ha propuesto viajar a algún sitio cercano para quitarnos un poco el estrés. Ante mi respuesta, me mira, amaga una tibia sonrisa y ensaya un mohín de coquetería.

Enseguida me cuenta que está saliendo—palabra que detesta pero que piensa le sirve cuando no quiere blanquear alguna relación—con Bruno, un estudiante de Literatura que dice estar muy enamorado de ella.

—Es lindo, pero muy aburrido—me cuenta.
— ¿Qué es lo que te aburre? —pregunto curioso.
—No sé, creo que básicamente lo que me aburre es que no tire bien.

En estos minutos estoy pensando lo raro que me resulta estar hablando de sexo con una veinteañera. Lo tomo con un reto (indeseado para mi, digo la verdad) eso de sobrevolar ideas de poses, fantasías, etc., con una chica tan alevosamente linda. Es a este momento que ya ni duda me cabe que se está dando cuenta que me logra intimidar y se divierte con eso.

— ¿Tira bien la chica con la que sales? —me acaba de preguntar de lo más fresca.

La acabo de mirar con gesto de que no le voy a responder eso. Y se ha reído la muy pendeja. Pese a eso, en esos segundos me fue imposible no preguntarme si Lorena (la chica con quien salgo) me satisface o no sexualmente. Pensándolo por algunos segundos es que arribo a la conclusión que es todo como la vida misma, o sea, con días buenos y malos, pero que valoro que ella siempre busque complacerme hasta cuando no la quiero tocar ni con un palo.

He llegado a casa escuchando su canción preferida y pensando que no debí mentirle diciéndole que encontré el disco, ese que ella tanto esperaba tener, tirado en un rincón de mi cuarto y que se lo prestaba solo por un día.

En fin, eso ya lo solucionaré, ahora me voy a dormir recordando su rostro de felicidad cuando tuvo el disco en sus manos y dijo: “Este disco lo es todo”.

Tú lo eres todo. Todo y más, eso pensé en ese instante y no se lo dije.