Desarmado [Tu dulzura y mi diabetes 08 ]


Terminado el correo decidiría no enviarlo. Pensó que proponérselo mirándola a los ojos terminaría siendo una mejor muestra de las muchas ganas que tenía de recibir la llegada de un nuevo año a su vida teniéndola solo a ella al lado.

Por eso, fue que días antes buscaría afanosamente el mejor momento para extenderle la invitación. Sin embargo, no sabía bien porque—o tal vez si y no terminaba por asumirlo— pero presentía que Andrea fácilmente, y sin acaso sentirse mal, podría en principio recibir feliz la propuesta, acceder a la misma y luego apenas horas antes declinar del compromiso asumido.

En eso, y a propósito de esa premonición, vinieron a su mente las palabras de aquel que tiempo atrás lo había sorprendido con lo que tuvo para decirle al solo verlo por primera vez. Aquel tipo del que, segundos antes de oírlo, pensó se trataba de un charlatán o de uno de esos que buscan sacar dinero amparados, y tal vez, de alguna manera, legitimados también, en la ciega desesperación de quienes— ante una coyuntura desfavorable (muchas veces en el rubro amoroso, es verdad) y al no encontrar una salida ni respuestaprecisan urgentemente de algo, alguien o lo que sea en lo que creer.

(.......)

Esa noche esa especie de gurú, que llevaba por nombre Andrés, había sido citado al departamento de soltera de Mayra, quien algunos años atrás había sido novia de Marcos, y a la que el tiempo transcurrido y altas dosis de sensatez habían transformado luego en su mejor amiga y confidente. El caso es que Mayra estando a punto de casarse, y aun cuando solía siempre repetir que confiaba a ciegas en Matías (su novio por tres años), igual no dudaría en hacerle caso y probar suerte invitando al amiguito que Cynthia solía recomendar entre sus intimas por el hecho que acertaba siempre en sus predicciones.

— Puta, huevona, Andrew no falla te lo aseguro—dijo Cynthia.

— Oye, pero yo no creo en esas huevadas.

— ¡No seas zonza! Si el solo te dirá si Matías es o no es para ti, si te saco la vuelta o si tiene otra ¿O es acaso que le tienes miedo a saber la verdad? —fustigó preguntando Cynthia.

Mayra moviendo de arriba abajo lentamente la cabeza asintió casi sin querer a la propuesta de su querida amiga. Ahora bien, fue cuando ella partió que se quedo pensando por unos minutos en aquello que le dijo del miedo a saber la verdad. Pensó, además, que tal vez Cynthia estaba secretamente deseando que Andrés le dijese que Matías la engañaba y que no era el hombre de su vida. Al meditarlo, tambien tomò en cuenta que siempre entre ellas había existido cierta furtiva competitividad y que el hecho que ella se casara— y que esto mismo sea el corolario perfecto para una relación lindísima—seria una situación que los adentros de Cynthia no recibirian con especial felicidad, sino todo lo contrario.

A pesar de todo, lo cierto es que su curiosidad pudo más: Mayra estaba ya decidida a saber todo sobre Matías. Ya llegado el día del encuentro con “la verdad” ella decidiría llamar a Marcos.

— Hola, te tengo que pedir que literalmente me acompañes en algo en que lo más seguro es que no estés de acuerdo—dijo Mayra.

— Uhmm, ya vomítalo todo nomás que no te entiendo nada—dijo Marcos.

— A ver, te cuento. Es que un amigo de Cynthia parece que es uno de esos patas que predice el futuro, revisa tu pasado y conoce de tu presente también—dijo riéndose Mayra.

— Uy! ya quemaste mal monga, te tapò el agua—dijo Marcos sorprendido.

—No, nada que ver, solo que Cynthia me dice que ese pata es un capo y por eso es que lo estoy citando al departamento hoy a la noche. No te pedí nunca nada huevon y sabes bien que acompañe sin estar de acuerdo todas, o muchas, de tus locuras.

Eso ultimo caló hondo dentro de Marcos inclinando decididamente la balanza a favor de Mayra. En esos segundos que se quedo en silencio recordó los muchos episodios en los que ella estuvo con él apoyándolo en momentos difíciles y otros en los que se prestó y auspició algunos de sus más bizarros desvaríos.

— Ok, te caigo de todas maneras.

Estaban los tres muy callados sentados en la sala esperando la llegada del protagonista de la noche.

— ¿Oye, y que fue de la chica esa con la que te vi chupando esa noche en La Barra? —le preguntò punzante Cynthia a Marcos.

— ¡Ah! era Berenice—dijo secamente Marcos mirando la sonrisa cómplice de Mayra.

En eso, en medio del silencio sonó fuertísimo el timbre del departamento. Tras que Mayra le abriera, Andrés ingresò y casi de inmediato Marcos, luego de saludarlo secamente, cogió el control del televisor, cambio de canal y ubicò su cuerpo de tal forma que le permitiese posar fijamente su mirada solo en la pantalla donde se veía un video de Smashing Pumpkins.

—Que tal va tu rodilla derecha ¿Ya està mejor? —le dijo Andrés a Marcos.

Marcos volteò la mirada y asombrado no se animaría a preguntarle cómo es que sabía de esa vieja lesión ocurrida en un partido de fútbol en su colegio.

—Muchos dejavu’s, sueños premonitorios, juicios adelantados sobre personas que luego se confirmaron a tu favor ¿No? —siguió diciendo Andrés sonriente.

La noche terminò por dejar una sonrisa en casi todos. Mayra por su lado confirmaría que Matías era no solo un buen hombre, sino que estaba enamoradísimo de ella. Cynthia enterada de ese buen panorama no pudo hacer más que dejarse llevar por su lado de buena amiga y sonreír como si fuera cierto eso que disfrutaba de otra felicidad que no fuera la suya. Marcos, en silencio, sacaba algunas conclusiones de lo que había conversado a solas por algunos minutos con Andrés. Inusitadamente a Marcos le había caído muy bien, tanto que hasta le propuso juntarse para conversar algo más de eso que le había dicho y logrado dejarlo algo inquieto.
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Estando en la víspera de su cumpleaños Marcos ya tenía todo preparado en casa aunque seguía pensando que al final Andrea se terminaría echando para atrás.

—Marcos, te tengo una mala noticia —dijo Andrea tratando que su cara reflejara certeramente una tristeza que sabía bien no sentía.

El no le creyó ninguno de sus estúpidos pretextos, pero los oyó todos atentamente. Pensó, mientras la oía, que una era creer saber la verdad y otra estar en el instante mismo en que te arrancaban de cuajo una ilusión.

Ya por la noche, salió del trabajo, tomò un taxi y durante todo el camino a casa no pronunciaría palabra alguna a pesar de la insistencia del taxista por arrancarle alguna opinión sobre la actualidad política del país. Estaba muy triste, dolido y sabía que estaba muy próximo el día en que la odiaría. Sentía como contradictorio el no saber si algún día la podría haber amado pero si estar seguro que podría detestarla como a nadie.

Estando ya en casa recibiría la llamada de su madre y serian, justamente, sus lindas palabras las determinantes en su cambio de ánimo. Entonces, le subió el volumen a su dvd preferido de Pearl Jam, abrió un tubo de papas fritas, se sirvió un trago de vodka con naranja y comenzó a disfrutar a solas los minutos previos a la llegada de su día.

11:59 at night

—Huevas,¡ Te quise saludar primero que nadie!—dijo efusivo Daniel.

— ¡Gracias tío! La verdad que te pasaste pero disculpa que te tenga que dejar porque están tocando el timbre, te llamo en un toque—dijo amable, pero directo, Marcos.

En el cortísimo trayecto que separaba la mesa de su departamento de la ventana pasaron mil pensamientos por su cabeza. Uno de ellos le decía que tal vez podría tratarse de Andrea arrepentida, pero este no duraría ni media centésima de segundo hasta que acabara siendo exterminado por la realidad.

Corrió la cortina, abrió la ventana y pudo ver a Berenice sonriente levantando el brazo derecho moviéndolo aceleradamente de izquierda a derecha. Emocionado, se quedo inmóvil unos segundos mirándola para luego sentir el húmedo transito de dos lágrimas que lentamente recorrían su rostro.

Marcos no cabía dentro de su propia felicidad, pues jamás esperò que sea precisamente Berenice la que le diera tamaña sorpresa. Luego de abrazarse y de recibir las cosas que le había comprado brindaron soltando algunas confesiones.

—Podría no decirte esto, pero lo haré así suene duro—dijo seria Berenice.

—Podrías empezar contándome como así es que viniste—preguntò aun asombrado Marcos.

—Uhm! Te cuento que lo pensé mucho y no sé porque estaba segura que esa tipa de la que me hablabas en tu último correo no estaría aquí. Dime lo que quieras, pero sembraste demasiadas dudas en tus líneas. Y te explico, es que si bien te leía emocionado también te sentía como preparado a que le importara un carajo estar contigo hoy. Pero, no te creas antes de tocar me asegure de preguntarle al guachimán si estabas solo y ahì cuando me diò la afirmativa es que estacionè y apretè feliz tu timbre—dijo Berenice ante la mirada conmovida de Marcos.

—Entonces, me queda claro que fuimos tres los que pensamos que no vendría o, bueno, cuatro contándola a ella misma—dijo mirando al piso Marcos.

—Pero, entonces, ¿Por qué pareces triste? ¿La quieres? —añadió, preguntando sin pausa, Berenice.

—No sé, pienso que acostumbrarse y hasta añorar una constante ausencia termina por generar acaso una sed siempre insatisfecha,  la que saciada quizá no se parezca mucho, o casi nada, al amor.


[..the killer in me is the killer in you]