Cariño bonito

Cariño, es casi la medianoche y apenas segundos atrás leía las últimas líneas que sin que te enteres te sigo dedicando. Es que no lo sabes, ni lo sabrás, pero mientras duermes he visto como otras tantas veces entrar al nuevo día y aunque agotado sigo escribiendo. 

Cariño, suena—te cuento—ese reiterado y desgarrador relato de un amor perdido al que prefiero llamarle canción. No miento si digo que es una linda letra para estar triste por dentro, pero también para ser feliz y seguirte escribiendo. Para secretamente, o no tanto, homenajearte aunque sé que nunca me recordarás, porque desconoces que existo y que soy yo mismo el amor de tu vida.

Cariño, acabo de sonreír recordando las ocasiones en que juré no volver a dedicarte líneas. Amo y detesto hacerlo, lo sabes. Lo siento, pasa que a veces termino por subestimar a las mejores traductoras de mis emociones (mis letras) porque pienso que quizás aún no estén a la altura de nuestro amor.

Cariño, lo que ocurrió el instante cuando pude verte fue y será irrepetible, ya las veces que después vea a otras serán solo eso: las siguientes. Te confieso que fue casi como lo había imaginado con la sola diferencia que habías cambiado tú, había cambiado yo, pero igual se trataba de aquellos mismos cuerpos que no concebían otra vida que no sea aquella que les asegure vivir eternamente entrelazados.

Cariño, tienes que saber que la imagen de ese momento se ha ubicado inmediatamente en el hemisferio que en mi testa he destinado a los recuerdos inolvidables. Y esto, sin importar que en esa suerte de polaroid no estemos ni tú ni yo precisamente sonriendo, sino tratando ilusamente de evitar que se note que nos veíamos despreocupados el uno al otro.

Cariño, no sé si te conté que ya pasaron por aquí varios simulacros de ti. Decían que eras tú pero no les creí, descuida. Tú sigues viviendo, equivocándote y respetando que yo también lo siga haciendo. Aún sigues perdida sin saber cómo llegar a mí y ante eso no hay nada que se pueda hacer, pero no temas que ya falta poco para dejar de solo rodearnos.

Cariño, te aseguro que no estás cerca, ni lejos. Créeme que el viento ya me susurra tu voz y veo cerca el día en que la lluvia ya no borrara tu nombre en la arena antes que pueda verlo. Ya llegas, carajo.

Cariño, sin embargo, no apresures nada. No tengas prisa allá afuera, que no te alarme no llegar aún a mí. Ten presente que teniéndote aquí adentro la espera no es tal, sino es solo el transcurso de tiempo que estaremos sin vernos las caras, aunque sin conocernos ya nos amemos tanto.