Tu dulzura y mi diabetes [ 0 ]


Estaba releyendo uno de los correos antiguos de Rossana cuando recordé que ella solía escuchar algunas de sus canciones preferidas, de grupos tales como: The Chemical Brothers, The Libertines, The White Stripes, etc, entre otros momentos también minutos antes de salir de casa. Y esto, porque sentía que la fuerza de las mismas conseguían llenarla de la energía suficiente para darle cara a ese mundo, a veces hostil, que la esperaba allá afuera. Esto fue lo que escribió:

Me levante tardísimo… te cuento que estoy escribiendo ahorita que acabo de ducharme escuchando a todo volumen lo power que es Jane says de Janes Addiction live! que me la pasaste tú, tengo pocos minutos para llegar al trabajo pero ya estoy casi cambiada...Me voy... te veo más tarde... Besos.


En eso, de la nada me pude ver sonriendo como loco. Me encanto recordarlo. Es más, de inmediato me arrepentí de no haber intentado, a pesar del prolongado distanciamiento en que cayó la relación a causa de una fuerte discusión, verla una vez más cuando todavía pude hacerlo. Seguía leyendo y terminaba de quedarme claro que pocas veces había llegado a sintonizar tanto con alguien. Me parecía loquísimo que ambos en cada una de las cosas que hacíamos siempre teníamos una canción sonando.

Era muy linda la rara coincidencia que ambos para casi cualquier situación de la vida siempre tuviéramos una cita de parte de la letra de una canción, alguna línea de algún buen libro o de un lindo poema. Sentí, además, que un poquito más debí haber peleado por ese amor que estoy seguro una vez sentimos, que también debí haber entendido que mi forma de ser, y de querer, terminaba sembrando muchas dudas hasta en quienes—sin demasiada seguridad, es verdad— se la habían jugado alguna vez por mí. Y, entonces, acabe por reprocharme amargamente aquella desidia de no haberla llamado—así sea por una última fuckin vez—para al menos proponerle ir a nuestro Bar de siempre (que como nuestro amor ya tampoco existe) a hacer lo que más nos gusta: tomar algo, hablar del final insospechado de algún libro o compartir un lindo poema. Todo esto, claro está, no sin antes ya haber programado juntos la música que oiríamos mientras las horas transcurrirían veloces de lo agradable de la conversación.

Lo cierto, es que no sabría decir si ella hubiese aceptado, de haber sido el caso, esa última cita. Tal vez si, tal vez no. No lo sé. Aunque a mi favor, o no, podría decir que alguna vez, luego de la ruptura, me escribió un correo saludándome y en el que además me decía: “pon ahorita Brick de Ben Folds Five, que linda es...” y yo la puse, pero inexplicablemente jamás respondí al resto del correo.

Pasado el tiempo me arrepentiría de haberme negado la posibilidad que se me presento de tal vez retomar aquello o de, al menos, vivir el momento preciso en que nos regalaríamos mutuamente, como la canción, la mirada del adiós. Total todo hubiese resultado mejor que quedarse con algunas balas en el tambor.

Esto me hizo recordar la historia de dos conocidos míos : Marcos y Andrea.


[..ayudame a dormir y yo te ayudarè a soñar]


[..she's alone and I'm alone,now I know it]