Tu dulzura y mi diabetes [5]

 

Marcos esa noche tenía la urgente necesidad de contárselo todo a alguien. Pensaba que era hora de ser oído y mejor si esto se podía dar sin ser juzgado. Por eso, los minutos previos a salir del trabajo los usaría pensando en cuál de sus amigos podría ser aquel que le regalara, por unas horas al menos, un buen par de atentas orejas. Barajando nombres, llego a la conclusión que ese no podría ser otro que aquel viejo compañero de añejas juergas las que, en la mayoría de los casos, terminarían en memorables bacanales: Daniel.

Inmediatamente que hablaron él respondió afirmativamente e incluso propuso ir al bar que tiempo atrás solían frecuentar en búsqueda de las copas del estribo de alguna agitada noche. Marcos arribo puntual, y algo nervioso, pues sabía que Daniel lo iba a joder cuando se enterase que estaba muy enamorado de una “mocosa” engreída y que, para colmo de males, no formaba parte, por ningún lado de donde se le mire, de su panorama social.

— ¡Reapareciste, por fin, huevas tristes!—dijo Daniel.

— Es el trabajo que me tiene cagado—dijo, poco creíble, Marcos.

— No te creo huevon esa cara la conozco bien, a ti lo que te tiene jodido es una mujer. Pero, dale, entremos que parados aquí en la puerta parecemos dos gays llegando a una cita a ciegas —dijo jocoso Daniel.

Riéndose se sentaron y pidieron tragos a base de vodka. Fumando el primer cigarro Marcos empezaría a vomitarle todo el rollo de Andrea.

—Lo que pasa brother que me siento recontra cojudazo muriéndome por alguien que no corresponde a ninguno de los parámetros que siempre tuve en cuenta al involucrarme con una mujer — dijo casi gritando Marcos—tú me conoces y sabes que no estoy mintiendo —siguió diciendo tratando que Daniel le diera la razón en lo que acababa de decir.

Enterado Daniel de la historia no ocultaría las ganas que tenia de decirle que lo que acababa de contarle él se lo había anticipado tiempo atrás. Le dijo que siempre estuvo seguro que un día se iba a encontrar con una que conseguiría dejarlo hecho mierda y que esta tal vez no sería necesariamente una diosa, sino podría ser que esta sea la más rica de ningún lado. Pero que, sin embargo, lo haría babear y tocar fondo en simultáneo.

— Pero, dime, ¿cómo es, de dónde salió?—siguió diciendo lanzando preguntas repletas de curiosidad.

Marcos al tiempo que le menciono su nombre dijo que lo más raro de todo era que la primera vez que la pudo ver no había llamado su atención en lo más mínimo. No mintió cuando dijo que le había parecido una más del racimo. Pero, las vueltas de la vida lo tenían ahí describiéndola cuidadosamente como no queriendo olvidar algún detalle de su amada. Todo esto siempre incidiendo en que era brillante, en que no era una mujer normal, sino que era de aquellas que hasta para joder era inteligentísima. Emocionado contó que tenía muchos años de no conocer a una mujer que haya logrado sorprenderlo como ella.

— Esas son huevadas, dime ¿esta rica o no Andreita? —cuestionó Daniel.

— ¡Carajo, no entiendes nada!, Ella está más allá de eso, más allá del bien y del mal –respondió Marcos mirando la sorprendida cara de Daniel quien ya empezaba a comprobar que su viejo amigo estaba realmente atrapado en las redes de una fuckin’ desconocida para él.

Aunque Daniel pensaba que Marcos seguía rehuyendo la pregunta de las características físicas de la susodicha, igual no salía del asombro escuchándolo como no se cansaba de alabarla. En eso, Marcos saco su teléfono móvil y buscando rápidamente logró ubicar una foto de ella entre las imágenes que celosamente guardaba y que no pocas veces solía ver. Seguidamente, pensó si mostrársela, o no, a Daniel.

— Ella es mírala y ya sé que vas a decir que no tiene nada de especial, pero igual me va llegar al pincho lo que tengas para decir—dijo Marcos tapando la pantalla del móvil con una mano y con la otra agarrando fuerte el vaso, ya casi vacío, de vodka.

Daniel cogió el celular y se quedo varios segundos en silencio y solo observando la foto de Andrea. En esos segundos, le pasaron muchas ideas por la cabeza, muchísimas. Pensó que efectivamente, tal como lo había anticipado Marcos, al ver a la chica en cuestión no le parecía llamativa, ni mucho menos. Y es que habiéndose preparado para no ver una maravilla de mujer, lo que acababa de ver era menos aun de lo que esperaba.

— Que te puedo decir, uhm... fea no es, ni cagando, pero sospecho que ha de ser muy inteligente o muy especial para que estés tan cagado por ella—dijo en una alta dosis de sinceridad Daniel.

Marcos bajo la mirada y ladeando el vaso se quedo viendo como el ultimo pedazo mediano de hielo que quedaba al fondo del mismo se iba volviendo liquido. Abrió la cajetilla, saco un cigarro, lo prendió y levanto la mirada pensando en decir unas cuantas cosas.

— Te aseguro que es más linda que en las fotos, pero lo genial de ella no está en su rostro ni en su figura, el todo que es ella no se limita solo a eso—dijo algo alterado Marcos—no es una rica tarada de esas que vemos siempre, ella es interesante y linda— concluyó Marcos.

Daniel estaba más que sorprendido pues tenía tiempo de no ver a Marcos así hablándose de tú a tú con el amor. De pronto, no se aguantó y le preguntó por Berenice, no sin antes decirle que ella siempre le había parecido una mujer sencillamente espectacular.

—Berenice volvió con el zonzo de su enamorado eterno, y la verdad es mejor que así se hayan dado las cosas, hace ya meses que borre, una vez más, sus teléfonos y que saque sus fotos del lugar que tenían en mi departamento, pero ella no es el tema— respondió serio Marcos.

Agotado el tema y viendo Daniel lo avanzada de la hora ofreció llevar en su auto a Marcos hasta su casa. Le dijo que tenía prisa, pues debía descansar algunas horas antes de cumplir lo que le había prometido a su novia, o sea, llevarla a almorzar a un lugar campestre a las afueras de la ciudad.

—Ya, pero compro unas latas de cerveza para el camino— dijo sonando convincente Marcos.

Con el auto detenido en la puerta de la casa de Marcos, y mientras sonaba “Soy Tuyo” de Calamaro, Daniel brindaba dándole los últimos sorbos a la cerveza diciéndole a Marcos que esperaba verlo pronto y que no quería irse sin decirle que le habían gustado muchísimo las historias que colgaba en su página web, pero que tenía un tiempo de no entrar a revisarla y que esperaba ponerse al día pronto.

— Entra mañana a la página que te vas a encontrar con un poema que acabo de escribirle a la chica de que te hable antes. Pienso que está muy lindo, aunque es duro a la vez. No le dije nada, ni le diré, pero cuando lo vea y lea estoy seguro que dudara si es o no para ella—dijo Marcos mientras cantaba “…soy tuyo con toda la fuerza de mi corazón, que es tuyo, como cada pensamiento es tuyo, soy tuyo...”

— Estás loco huevon, pero, entonces, es tu enamorada esa tal Andrea ¿no? —dijo Daniel apretando fuerte la mano de Marcos.

—No, pero ese, es ya otro tema —riéndose dijo finalmente Marcos mientras descendía del auto.